EL CAMPESINO Y LA DAMA DE CERA
Así que mientras arreaba al poco ganado que le quedaba, pensaba en los lujos que podría tener si la dichosa veladora le cumplía sus deseos. Sus ideas seguían y seguían, hasta que llegó a casa y le comentó a su esposa Elena su sueño por tener mucho ganado y trabajadores para que él se convirtiera en un hombre de negocios. Su esposa, quien escuchaba las ideas de su marido le dijo
- ¡Tantas horas bajo el sol, te requeté quemaron los sesos! Deja de balbucear y ayúdame a cortar la leña para vender.
Julián a pesar de escuchar a su esposa, la ignoraba y seguía gritando que le gustaría vestir con la mejor de las prendas y dejar sus huaraches para usar botas como se debía de hacer en el campo; acto seguido su esposa arrojó un trozo de madera para bajarlo a tierra. Logrando así hacerlo entrar en razón.
- ¿Y tú cómo vas a creer que una veladora nos va a resolver nuestros problemas?, decía Elena mientras seguía cortando madera.
Julián molesto por el trancazo con la madera le contestó que era real, porque desde que su compadre Artemio consiguió esa dichosa veladora, su vida cambio para bien. Ahora era un carnicero reconocido en el pueblo de La Cascada. Su esposa dudosa le preguntó - ¿Cómo sabes que no es una broma de tu compadre?, a lo que el campesino respondió que su compadre era de todo, menos un viejo mentiroso.
Una vez llegando a la entrada, Artemio recibió con un abrazo a Julián.
-Ya tenía un chorro de tiempo que no me visitabas, mi estimado. Desde que todos en el pueblo creyeron que mis lujos son por obra del narco, me dejaron de hablar y ahora ni la mirada me sostienen, pero dime ¿A qué se debe tu visita?
Julián le comentó todas las
tragedias por las que estaba pasando y le comentó que deseaba pedir un deseo a
su veladora mágica para que sus días de perro terminaran. Artemio, impresionado
por las desgracias de su compadre, lo llevó a una habitación negra dentro de su
mansión y le comentó que la veladora concedía todos tus deseos, siempre y
cuando cumplieras tres peticiones.
Julián asustado e intrigado,
acepto que la veladora pusiese peticiones para cumplir sus deseos.
- ¡Todo sea para que mi vida
cambie!, decía el campesino mientras se acercaba a la veladora.
Una vez cerca, se percató que el
rostro era el de una dama, pero mientras su mirada quedaba perdida en los ojos
de la veladora el ambiente comenzaba a oscurecer y la habitación comenzó a
bajar su temperatura. Artemio le comentó que debía dejarlo solo con la dama de
cera, pues sus arreglos debían mantenerse en secreto.
Poco a poco Julián comenzó a
escuchar una voz que lo llamaba y le decía que sabía el motivo de su visita,
pero que antes de efectuar sus deseos, él debía conseguir tres elementos. La
voz pidió a Julián el cuerno de un toro, la cola de un castor y las plumas de
un búho; a lo que Julián pensó era un reto difícil, pero no imposible. Por
último, la voz de la dama de cera le comentó que en caso de no traer todo antes
de que su llama terminara de apagarse, debía olvidarse de todo y vivir una vida
de miseria. Julián aceptó sin reprochar.
A la mañana siguiente Julián
despertó decidido a encontrar sus elementos, pero antes le comentó a su esposa,
que debía ir a visitar a un granjero que le prometió comprarle el poco ganado
que le quedaba. Su esposa lo abrazo y se despidió de él con un beso, mientras
le decía que no cometiera tonteras.
El campesino se adentró en el
bosque, pero pasaron las horas, hasta que encontró a su primera víctima. El
Castor, quien, al verlo con machete en mano, corría por su vida. Mientras le
prometía a Julián trabajar con él cortando madera e incluso tallando piezas que
podría vender en una carpintería y así ser millonario. Tal desgracia le ocurrió
al Castor que atrapado en la maleza cayó y así el campesino cumplió su primer
reto.
El día estaba a punto de
oscurecer y no encontraba un toro que lo ayudará a cumplir su segundo reto,
hasta que recordó que Don Evaristo, sacaba a pastar sus borregos y toros en la
tarde, porque así Evaristo podía beber pulque sin tener efectos secundarios de
la bebida. Julián llegó emocionado porque sabía que era seguro encontrar su
segundo animal, pero no contaba con que a Evaristo se le escapó su ganado
mientras bailaba en monte. Por suerte uno de sus toros no logró escapar, pues
era la mascota favorita de Evaristo y le era fiel en todo momento.
Julián aprovechándose de la
situación trató de llegar a espaldas del toro y así cortarle la cabeza con su
machete, pero el toro era listo y le dijo que sería imposible lograr su
cometido desde ese ángulo, por lo que Julián fue sincero y le comentó que
necesitaba uno de sus cuernos para dejar de ser pobre, a lo que el toro le
respondió que él no era pobre, porque todos en el pueblo sabían que su esposa
hacía todo lo posible vendiendo madera para sacar adelante a su familia y que
lo que él quería era tener más dinero del necesario, dejando de lado el dinero
por encima del amor. Julián molesto por
las palabras del animal, le dijo al toro que su dueño no lo quería y que en la
vida es más importante el valor del dinero, que el del amor y se lo iba a
comprobar.
Julián se acercó a Evaristo y le
dijo que le ofrecía mucho dinero a cambio de su toro, pero fue Evaristo quién
negó su propuesta por parecerle poco, hasta que a Julián se le ocurrió la idea
de ofrecerle dinero y pulque de por vida a cambio de su toro. Evaristo mirando
a su toro, solo pudo ver el futuro que tendría y acepto el trato de Julián. El
campesino al llegar con el toro le dijo “Ya ves como el amor no importa si se
trata del dinero” y así Julián obtuvo su segundo elemento.
Para su último reto, Julián debía
esperar en la noche el cantar de un búho para atacarlo. Mientras esperaba
recordó todo lo que vivió para tener cada una de las peticiones de la veladora,
pero de repente escuchó el cantar de un Búho y pensó que era momento de
atacarlo. El búho, le dijo que no se esforzara en matarlo, porque era evidente
su presencia. Una vez más se comprobó que Julián era un pésimo cazador. El búho
alegre le dijo que sabía sus intenciones y estaba dispuesto a dar su vida para
que él cumpliera su reto con la dama de cera, pero antes debía responder una
pregunta
- ¿Crees que es imposible
construir un patrimonio con esfuerzo y a su debido tiempo?, preguntó el búho
con seriedad.
El búho le comentó que si la
respuesta era afirmativa podía matarlo para llevarse sus plumas, pero si era
negativa su respuesta; lo invitaría a vivir con él en una cueva en el bosque.
El campesino, cansado de la espera contesto con la cabeza que es verdad que es
imposible construir un patrimonio a su tiempo, porque el tiempo pasa y sus
vacas mueren lentamente. Así el campesino logró tener su tercer elemento.
De camino a la casa de Artemio,
el campesino se encontró con una extraña sombra, pero no le prestó mucha atención
y siguió su camino, pero fue su paso por la cascada, cuando la figura de su
compadre Artemio con una flama en la cabeza le dijo que su tiempo se había
terminado y debía asumir su nueva riqueza. El campesino, emocionado por su
nuevo cambio de vida pensó que iría a casa con grandes costales de monedas de
oro, pero se percató que el cuerpo de su compadre se desmoronaba como la cera
en una vela y pudo observar a una extraña mujer que le decía que su nueva
recompensa era la ceguera, pues la riqueza que tanto pedía se presentó en cada
uno de los animales que asesinó. Dejando solo al campesino en la cascada,
mientras trataba de encontrar el camino de regreso a casa.
MORALEJA: Es importante valorar lo que tenemos para construir lo
que nosotros deseamos con perseverancia y trabajo honesto.
¡Hola José Antonio! Mi comentario: Muy bien recreada la fábula, con interacciones entre los personajes y diálogos interesantes. Buenas la ortografía y la redacción. La próxima vez utiliza una letra más grande. Faltó información debajo de las imágenes, Moraleja contundente y precisa. Gracias por compartir esa aventura de tu bestia. Saludos cordiales.
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