EL CAMPESINO Y LA DAMA DE CERA 

Autor: Gayosso Valencia José Antonio

Un día como cualquier otro el campesino Julián pastaba a su rebaño, mientras fumaba un cigarrillo y habla en voz fuerte su deseo por tener una cosecha buena en ese año, puesto que la sequía lo dejaba sin morralla y sin ganado para vender y comer, aunque fuese un taco de sal. Hasta que una idea iluminó su cabeza y recordó que su compadre Artemio tenía una vela que era disque mágica y que cumplía deseos.
Así que mientras arreaba al poco ganado que le quedaba, pensaba en los lujos que podría tener si la dichosa veladora le cumplía sus deseos. Sus ideas seguían y seguían, hasta que llegó a casa y le comentó a su esposa Elena su sueño por tener mucho ganado y trabajadores para que él se convirtiera en un hombre de negocios. Su esposa, quien escuchaba las ideas de su marido le dijo
- ¡Tantas horas bajo el sol, te requeté quemaron los sesos! Deja de balbucear y ayúdame a  cortar la leña para vender.
Julián a pesar de escuchar a su esposa, la ignoraba y seguía gritando que le gustaría vestir con la mejor de las prendas y dejar sus huaraches para usar botas como se debía de hacer en el campo; acto seguido su esposa arrojó un trozo de madera para bajarlo a tierra. Logrando así hacerlo entrar en razón.
-          ¿Y tú cómo vas a creer que una veladora nos va a resolver nuestros problemas?, decía Elena mientras seguía cortando madera.
Julián molesto por el trancazo con la madera le contestó que era real, porque desde que su compadre Artemio consiguió esa dichosa veladora, su vida cambio para bien. Ahora era un carnicero reconocido en el pueblo de La Cascada. Su esposa dudosa le preguntó - ¿Cómo sabes que no es una broma de tu compadre?, a lo que el campesino respondió que su compadre era de todo, menos un viejo mentiroso.
 
A la mañana siguiente Julián se dispuso a visitar a su compadre Artemio, quien efectivamente vivía en una residencia grande, con muchos caballos y grandes ventanales de vidrios muy extravagantes y con formas de pavorreales, aunque no lucia del todo bien porque la casa estaba situada en la barranca y el paso de agua negra, por lo que su olor no era agradable.
Una vez llegando a la entrada, Artemio recibió con un abrazo a Julián.
-Ya tenía un chorro de tiempo que no me visitabas, mi estimado. Desde que todos en el pueblo creyeron que mis lujos son por obra del narco, me 
dejaron de hablar y ahora ni la mirada me sostienen, pero dime ¿A qué se debe tu visita?

Julián le comentó todas las tragedias por las que estaba pasando y le comentó que deseaba pedir un deseo a su veladora mágica para que sus días de perro terminaran. Artemio, impresionado por las desgracias de su compadre, lo llevó a una habitación negra dentro de su mansión y le comentó que la veladora concedía todos tus deseos, siempre y cuando cumplieras tres peticiones.

Julián asustado e intrigado, acepto que la veladora pusiese peticiones para cumplir sus deseos.

- ¡Todo sea para que mi vida cambie!, decía el campesino mientras se acercaba a la veladora.

Una vez cerca, se percató que el rostro era el de una dama, pero mientras su mirada quedaba perdida en los ojos de la veladora el ambiente comenzaba a oscurecer y la habitación comenzó a bajar su temperatura. Artemio le comentó que debía dejarlo solo con la dama de cera, pues sus arreglos debían mantenerse en secreto.

Poco a poco Julián comenzó a escuchar una voz que lo llamaba y le decía que sabía el motivo de su visita, pero que antes de efectuar sus deseos, él debía conseguir tres elementos. La voz pidió a Julián el cuerno de un toro, la cola de un castor y las plumas de un búho; a lo que Julián pensó era un reto difícil, pero no imposible. Por último, la voz de la dama de cera le comentó que en caso de no traer todo antes de que su llama terminara de apagarse, debía olvidarse de todo y vivir una vida de miseria. Julián aceptó sin reprochar.

A la mañana siguiente Julián despertó decidido a encontrar sus elementos, pero antes le comentó a su esposa, que debía ir a visitar a un granjero que le prometió comprarle el poco ganado que le quedaba. Su esposa lo abrazo y se despidió de él con un beso, mientras le decía que no cometiera tonteras.

El campesino se adentró en el bosque, pero pasaron las horas, hasta que encontró a su primera víctima. El Castor, quien, al verlo con machete en mano, corría por su vida. Mientras le prometía a Julián trabajar con él cortando madera e incluso tallando piezas que podría vender en una carpintería y así ser millonario. Tal desgracia le ocurrió al Castor que atrapado en la maleza cayó y así el campesino cumplió su primer reto. 

El día estaba a punto de oscurecer y no encontraba un toro que lo ayudará a cumplir su segundo reto, hasta que recordó que Don Evaristo, sacaba a pastar sus borregos y toros en la tarde, porque así Evaristo podía beber pulque sin tener efectos secundarios de la bebida. Julián llegó emocionado porque sabía que era seguro encontrar su segundo animal, pero no contaba con que a Evaristo se le escapó su ganado mientras bailaba en monte. Por suerte uno de sus toros no logró escapar, pues era la mascota favorita de Evaristo y le era fiel en todo momento.  

Julián aprovechándose de la situación trató de llegar a espaldas del toro y así cortarle la cabeza con su machete, pero el toro era listo y le dijo que sería imposible lograr su cometido desde ese ángulo, por lo que Julián fue sincero y le comentó que necesitaba uno de sus cuernos para dejar de ser pobre, a lo que el toro le respondió que él no era pobre, porque todos en el pueblo sabían que su esposa hacía todo lo posible vendiendo madera para sacar adelante a su familia y que lo que él quería era tener más dinero del necesario, dejando de lado el dinero por encima del amor.   Julián molesto por las palabras del animal, le dijo al toro que su dueño no lo quería y que en la vida es más importante el valor del dinero, que el del amor y se lo iba a comprobar.

Julián se acercó a Evaristo y le dijo que le ofrecía mucho dinero a cambio de su toro, pero fue Evaristo quién negó su propuesta por parecerle poco, hasta que a Julián se le ocurrió la idea de ofrecerle dinero y pulque de por vida a cambio de su toro. Evaristo mirando a su toro, solo pudo ver el futuro que tendría y acepto el trato de Julián. El campesino al llegar con el toro le dijo “Ya ves como el amor no importa si se trata del dinero” y así Julián obtuvo su segundo elemento.

Para su último reto, Julián debía esperar en la noche el cantar de un búho para atacarlo. Mientras esperaba recordó todo lo que vivió para tener cada una de las peticiones de la veladora, pero de repente escuchó el cantar de un Búho y pensó que era momento de atacarlo. El búho, le dijo que no se esforzara en matarlo, porque era evidente su presencia. Una vez más se comprobó que Julián era un pésimo cazador. El búho alegre le dijo que sabía sus intenciones y estaba dispuesto a dar su vida para que él cumpliera su reto con la dama de cera, pero antes debía responder una pregunta

- ¿Crees que es imposible construir un patrimonio con esfuerzo y a su debido tiempo?, preguntó el búho con seriedad.

El búho le comentó que si la respuesta era afirmativa podía matarlo para llevarse sus plumas, pero si era negativa su respuesta; lo invitaría a vivir con él en una cueva en el bosque. El campesino, cansado de la espera contesto con la cabeza que es verdad que es imposible construir un patrimonio a su tiempo, porque el tiempo pasa y sus vacas mueren lentamente. Así el campesino logró tener su tercer elemento.

De camino a la casa de Artemio, el campesino se encontró con una extraña sombra, pero no le prestó mucha atención y siguió su camino, pero fue su paso por la cascada, cuando la figura de su compadre Artemio con una flama en la cabeza le dijo que su tiempo se había terminado y debía asumir su nueva riqueza. El campesino, emocionado por su nuevo cambio de vida pensó que iría a casa con grandes costales de monedas de oro, pero se percató que el cuerpo de su compadre se desmoronaba como la cera en una vela y pudo observar a una extraña mujer que le decía que su nueva recompensa era la ceguera, pues la riqueza que tanto pedía se presentó en cada uno de los animales que asesinó. Dejando solo al campesino en la cascada, mientras trataba de encontrar el camino de regreso a casa. 


MORALEJA: Es importante valorar lo que tenemos para construir lo que nosotros deseamos con perseverancia y trabajo honesto. 






Comentarios

  1. ¡Hola José Antonio! Mi comentario: Muy bien recreada la fábula, con interacciones entre los personajes y diálogos interesantes. Buenas la ortografía y la redacción. La próxima vez utiliza una letra más grande. Faltó información debajo de las imágenes, Moraleja contundente y precisa. Gracias por compartir esa aventura de tu bestia. Saludos cordiales.

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